Así comienza… Ingmar Bergman, de Jörn Donner



Así comienza…
Ingmar Bergman
Jörn Donner
978-84-92759-49-1
Biblioteca Golpe de dados
Biografía / Cine
200 págs
Traducción de Francisco J. Uriz


Este escrito no tiene la pretensión de ser una biografía.
No relata la polifacética carrera de Bergman. (En el mundo de hoy están todos los datos relevantes sobre Bergman al alcance de la mano en la red.)
Tampoco es una narración sobre Suecia, aunque por necesidad trata, en parte, de Suecia.
Es un fragmento de lo que Jörn Donner, aquí llamado J, ha creído ver y experimentar en su relación con Bergman, sus películas, pero también con Suecia y algunas personas de allí. En este caso no se puede describir lo uno sin lo otro.
Es un hecho digno de atención que esta Suecia, caracterizada desde la década de 1930 por su fe en «el hogar del pueblo», —ese arte de ingeniería social, esos intentos racionales y sensatos de encontrar un camino que «lleve la felicidad a todos»—, haya sido al mismo tiempo terreno de cultivo de un artista que describiendo acontecimientos aparentemente irracionales y contradictorios pudo hacerse entender en muchas culturas diferentes con un  trasfondo muy distinto al sueco 
Lo que presentaba en sus películas raras veces trata de la realidad que afecta a la cotidianidad sueca, estudios y trabajo, viviendas, el pan de cada día. De una forma notable es, sin embargo, de Suecia de lo que habla.  Pero Bergman jamás hubiese alcanzado fama mundial como narrador socialrealista.
La explicación del éxito artístico suele ser una construcción a posteriori. ¿Por qué precisamente ese cuadro, esta película, este libro, esta música? Insondables son los caminos del hombre. En cierta medida. Las personas religiosas tienden a dar respuestas extraterrenales.  Pero esas no existen, en todo caso no para Bergman.
El pasillo que conduce a la salida de una de las terminales del aeropuerto de Arlanda ha sido decorado con un cierto número de ampliaciones fotográficas que representan suecos conocidos, vivos y muertos.  Hacen propaganda turística bajo el eslogan Welcome to my Hometown, es decir a Estocolmo. Entre los vivos se encuentra el Rey, entre los muertos Ingmar Bergman.
Después de 1976, fecha en la que inició un exilio voluntario (según él, obligado) que duró ocho años tenía dos viviendas en Estocolmo, una pequeña en Grev Turegatan y otra mayor en la dirección Karlaplan 10 (en una casa edificada en el mismo solar donde había vivido Strindberg), pero a pesar de ello su lugar de residencia real hasta su muerte fue la isla de Fårö, antes un municipio independiente pero incorporado ya desde hace tiempo al gran municipio de Gotland.  Sobre Fårö hizo Bergman dos documentales sociales que expresaban un gran amor por las gentes y el paisaje de la isla.  Estocolmo no era especialmente interesante o atractivo para él en los últimos años de su vida después de haber dejado el cine y la televisión y el teatro, es decir el Dramaten. Mientras Fårö fue independiente, Bergman podía presumir de que los impuestos que pagaba tenían una cierta relevancia para la economía del municipio.
Lo de «ciudad natal» es también, de otra manera, dudoso en el caso de Bergman. Nació como niño de domingo el 14 de julio de 1918 en Upsala, murió el 30 de julio de 2007 en Fårö, pero es evidente que las autoridades suecas del aeropuerto quieren hacer propaganda usando un nombre mundial, el más grande en el mundo del arte después de Strindberg, el hombre cuyas películas han dado origen a la expresión «paisaje bergmaniano», a parodias de la metafísica de Bergman y a una legión de admiradores en todos los países en los que se encuentran personas cultas y pensadores. Y no sólo eso, muchas personas en países extranjeros han creído que estos «paisajes de Bergman» son la esencia de Suecia; que así es Suecia, mental y físicamente
El verano de 2007 J hace casualmente una breve visita a Båstad y alrededores, la ciudad de Torekov, la reserva nacional de Hovs Hallar, los jardines de Norrviken, lugares que aparecen en ciertas películas de Bergman.
J recuerda la primera visita en el verano de 1963. Bergman está rodando una de sus películas menos memorables, För att inte tala om alla dessa kvinnor (Para no hablar de todas esas mujeres). Junto a la entrada del hotel en Båstad, la gente de servicio del filme había puesto un pequeño cartel: Reservado para Bergman. Allí había aparcado un viejo Volvo, la encarnación de lo sueco.
En aquel momento Bergman tenía todo a sus pies. Había ganado dos Oscars y era mundialmente famoso.  La gente que lo rodea lo adula y le hace reverencias.
Ahora estamos en el año 2007 y esta parte de Suecia se deleita envuelta en un verdor incomprensible, una vieja riqueza incomprensible y un goce de la vida que, al menos superficialmente, está muy lejos de la angustia mortal que aparece en todas  las narraciones cinematográficas de Bergman, no en todas, pero en muchas de las mejores. El paisaje de Hovs Hallar trae asociaciones a Gycklarnas afton (Tarde de circo) una de sus mejores películas, según J. Pero aquí él cae en el uso del idioma que emplean los periodistas deportivos. ¿Qué es mejor? ¿Qué es peor?
Los jardines de Norrviken nos hablan de la primera película en color de Bergman. Muchos piensan que es su peor película. ¿Quién sabe la verdad en este día de verano?
Todo está en flor, hasta que muere.
El paseo que lleva al invernadero está adornado con pequeños perales, patrocinados  por diversas organizaciones y empresas, la Asociación de mujeres del partido  conservador de Kristianstad, la clínica privada City-Akuten, y otras.
Hometown.  La ciudad natal para Bergman puede ser Upsala, el lugar de los acontecimientos de Fanny y Alexander, puede ser las vivencias de la infancia y la juventud en Dalecarlia, puede ser Helsingborg, Gotemburgo, Malmö, Múnich, pero evidentemente también Estocolmo, en el largo y doloroso viaje de la infancia hasta un cierto conocimiento y luego la muerte. Los cambios de domicilio de la familia del pastor. La calle Storgatan en el barrio de Östermalm, junto a la iglesia donde predicaba su padre. Campanas. El hospital de Sophia.  Temprana dirección teatral. 
El viaje vital de Bergman se desarrolló en lo fundamental en Suecia. No fue un gran viajero. Trabajó de preferencia en su país natal. Dos de sus películas, rodadas en el extranjero, en Oslo una y en Múnich la otra, Höstsonaten (Sonata de otoño) y Ur marionetternas liv (De la vida de las marionetas), podía haberlas hecho igual en Suecia. Un amplio y variado repertorio teatral en Múnich. Algunas de las aventuras amorosas del joven Bergman lo llevaron al extranjero. Asistía a los festivales de cine cuando estaba absolutamente obligado. Se encontró a disgusto las veces que visitó Los Angeles y Nueva York, en esta última ciudad por el constante ruido. Por el contrario sostenía que amaba a Italia y hasta podía figurarse, dijo, rodar una película allí. Un proyecto común con Fellini cayó en el olvido. Bergman hablaba mucho, no todo lo que decía era verdad ni estaba muy pensado.
Lo que él prefería era estar en casa. Pero antes de Fårö no tenía hogar, excepto en la infancia, un «hogar» al que volvía en sus películas. Él anduvo por muchos sitios. Su hogar era el estudio cinematográfico, el escenario teatral.





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